A quien creyó primero Hoy escribo estas palabras con el corazón lleno de gratitud, alegría y asombro. Hace dos años, en una conversación cualquiera, una amiga muy especial, de esas almas visionarias, me miró a los ojos y me dijo: “Tú vas a ganar un Emmy”. En ese momento, lo recibí como un sueño hermoso, pero lejano. Lo tomé como un regalo de esperanza y seguí adelante, caminando entre días buenos y no tan buenos, entre victorias pequeñas y aprendizajes grandes. Hoy, sostengo no uno, sino dos Emmy en mis manos, y no puedo dejar de pensar en esas palabras tuyas, amiga. Creíste en mí cuando ni yo misma lo hacía del todo. Plantaste en mí una semilla de fe que hoy florece en esta victoria compartida, porque este logro no es solo mío: es de mis amigas, de quienes trabajaron conmigo, de mi familia y de todas las personas que han creído en mis sueños, incluso antes que yo. El documental “De Banao para el mundo” no solo honra mis raíces, sino que demuestra que cuando el corazón lleva una causa noble, los milagros suceden. A ti, que predijiste este momento, gracias por recordarme que los sueños grandes empiezan con actos pequeños de confianza. Hoy quiero decirle a cualquiera que esté leyendo esto: rodéate de personas que crean en ti, incluso cuando no tengas fuerzas para creer en ti mismo. Sigue trabajando, sigue soñando, sigue confiando en el proceso. Porque los sueños no siempre llegan rápido, pero llegan en el momento perfecto. Gracias a mis amigas, a quienes amo, por ser parte de esta aventura conmigo. Y a ti, amiga mía, gracias por darme el regalo más grande: la fe en el poder de lo posible.