No sé explicarlo del todo, pero lo siento. Hay lugares que uno siente como suyos sin haber nacido allí, y Sevilla siempre me ha hecho sentirme en casa. Hoy me he vestido de corto, de traje campero, desde el respeto más profundo a una tradición que admiro, porque entender una cultura también es vivirla, y vestirse con su historia es, para mí, una forma de honrarla, entenderla y celebrarla. Al verme así he sentido algo especial, como si una parte de mí también perteneciera a esta tierra. Gracias, Sevilla, por acogerme siempre como uno más. Gracias por tanto. Viva la feria, viva la alegría y viva el sur que se mete dentro y no te suelta.