Satanás es necesario para el drama de Dios, así como el villano es necesario en una obra de teatro para personificar el mal. Sin el villano, tal vez no sintiéramos el incentivo necesario para amar al héroe, que representa el bien. De manera similar, el mal y sus dolorosas secuelas tienen como objetivo despertar en nosotros el amor por la bondad y por Dios. Tanto el bien como el mal existen únicamente en el reino de maya, de la dualidad. Dios está más allá de ambos.
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