Cuba necesita a Jesús Hoy, más que nunca, mi corazón llora por mi tierra. Cuba está atravesando una situación insostenible, y lo más doloroso es sentir cómo nos han separado, cómo nos hemos distanciado como pueblo. Un país que antes se caracterizaba por su unidad, por apoyarse entre hermanos, hoy parece dividido, con un dolor tan profundo que nos consume. Es momento de reflexionar, de mirar hacia adentro y preguntarnos: ¿qué estamos haciendo como cubanos? Pensamos que con nuestra ausencia castigamos a un sistema que nos ha oprimido, pero en realidad, estamos castigando a nuestras propias familias, a nuestros seres queridos que no tienen culpa. No podemos olvidar que somos un solo pueblo, una sola raza, y que nuestra fuerza siempre estuvo en nuestra unión. Hoy quiero elevar un llamado al cielo: Jesús, pon tus manos sobre Cuba. Sana a nuestra nación, sana a su pueblo. Rompe las cadenas de ese sistema que tanto ha dañado y devuelve la esperanza, la paz y la unidad a nuestra isla. Solo Tú puedes hacer posible lo imposible, solo Tú puedes traer luz donde hay tanta oscuridad. A todos mis hermanos cubanos, desde cualquier rincón del mundo: volvamos a ser uno. Que nuestras oraciones y nuestras acciones reflejen amor, no división. Que volvamos a tirar para nuestra raza, porque el verdadero cambio empieza en nosotros mismos. Cuba, no estás sola. Cuba necesita a Jesús.
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