Desde tiempos inmemoriales, el corazón del gran PÍA ha sido un santuario sagrado donde la humanidad tejió una conexión profunda con todos los seres que habitan su inmensidad. Pero hoy, esa relación ancestral enfrenta un silencio que duele, fracturada por el miedo y una transculturización que amenaza con desdibujar nuestras raíces. Y, sin embargo, vemos esperanzas. Como este instante entre MAIKA (tapirus terrestris) y un hermano Pemon Kamarakoto en su baño ancestral, donde la naturaleza y la cultura se encuentran en un lenguaje más antiguo que las palabras: el de la mirada, el respeto y la paz. Este santuario natural nos habla, nos invita a recordar que la distancia entre nosotros y la tierra no es insalvable. Que aún podemos escuchar el llamado de la vida y sanar esa herida invisible que nos separa de lo que somos. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a regresar, para convivir en función del respeto mutuo y la paz? Por @Antoniohitcher en
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