Este fin de semana decidí hacer algo diferente. Normalmente trato de desconectarme haciendo actividades al aire libre como hiking, correr o ir a la playa, alejándome del celular y el trabajo. Sin embargo, al regresar a mi departamento, me cuesta dejar ir las preocupaciones y relajarme. Siempre siento la necesidad de ser “productivo,” incluso cuando intento descansar, lo que termina llevándome a trabajar en algo, ya sea editar, leer o planear proyectos. Esto me ha pasado frecuentemente, con episodios de agotamiento mental cada mes o dos, porque aunque avanzo y me esfuerzo, en mi mente siento que no es suficiente. Por eso, este fin de semana decidí desconectarme por completo: nada de computadora, correos, ni trabajo. Nos aventamos un viaje de seis horas a un desierto sin señal, con buena compañía y experiencias. ¿El resultado? Funcionó. Los problemas que parecían urgentes no eran reales; solo estaban en mi cabeza. Lección: aprende a desconectar y a poner tus problemas en perspectiva. La mayoría son mentales. Y nunca olvides ser agradecido, porque muchas veces me he quejado de mi situación cuando sé que, en realidad, soy muy afortunado.
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